jueves, 26 de enero de 2012

Relato de ficción

Pedro era un hombre aparentemente normal, con su casa, su trabajo, sus aficiones y a ojos de todo el mundo, un hombre feliz.
Él se creía así dado que tenía un buen trabajo que le proporcionaba todos sus caprichos, su enorme casa y su lujoso coche, era abogado de una gran empresa financiera.
Como ya he contado se podía permitir toda clase de caprichos lujosos como joyas, buena vestimenta y cualquier otra cosa que se le antojara. Esto le hacía sentirse feliz.
Un día hablando con los compañeros de trabajo sobre que tal iban sus vidas y familias, el señor Sánchez comentó que él no podía ser más feliz, acababa de casarse y se iba de viaje por Europa con su mujer.
Seguidamente, la señorita López dijo que para ella la felicidad eran sus dos hijas y que no había nada que pudiera superarlo. Así compañero tras compañero, cada uno fue diciendo el motivo de su felicidad, y para sorpresa de Pedro, ninguno tenía que ver con grandes cantidades de dinero.
A partir de aquí, de estas reflexiones de sus compañeros, Pedro se dio cuenta de que no era realmente feliz, el dinero no le hacía feliz y había vivido toda la vida para él. Empezó pues a buscar el modo de cómo ser realmente feliz.
Llegó a la determinación de que tenía que mirar, analizar y reflexionar sobre su vida. Así que, con todo el dinero que había ahorrado a lo largo de los años, se compró una cabaña en el monte, alejada del bullicio de la ciudad y del dinero.
Allí consiguió reflexionar y decidió vivir su vida en compañía de familiares y amigos y de una manera libre y autosuficiente, pensando y analizando cada momento y acción de su vida. Llamó a sus amigos y familiares más cercanos y les invitó a vivir con él, en la cabaña, alejados de un mundo que no es realmente feliz.
Todos ellos accedieron gustosamente a la invitación. Finalmente Pedro vivió allí, sin tanto dinero como antes ni sin su anterior forma de vida, pero con una nueva que realmente sí le había traído la felicidad. 

1 comentario:

  1. Hola Fran. Me ha gustado mucho tu entrada de esta semana. Tu relato me parece que refleja muy bien como llevar una vida epicúrea y todo lo que ello conlleva. Un saludo

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